Poco a poco todo se enfría, se degrada, hasta que al final se acaba perdiendo. Y te preguntas que hiciste mal, si fuiste tú, si fue él o si fue simplemente el tiempo, ese que no puedes detener en aquellos momentos de felicidad casi absoluta, en aquel instante en que no importa nada más, pues el tiempo pasa sin que podamos hacer nada y todo lo vivido pasa a formar parte de nuestro pasado, de nuestro camino por la vida. Importante ese momento antes de dormirte en el que recuerdas momentos, inolvidables momentos y a veces te resignas a aceptar que eso acabó, que no volverá; pues si esto te pasa deberías plantearte si aquello fue real, auténtico porque lo grande, lo real, lo que realmente te marca en la vida nunca se acaba, podrá tener momentos mejores y otros peores pero nunca, jamás desaparecerá; aunque lejos, seguirá presente en tu vida de alguna manera y siempre caminará a tu lado, limpiándote las lágrimas si lloras y levantándote si te caes. Porque realmente todo puede enfriarse, degradarse, pero solo lo que, aunque a tu parecer fuera importante, realmente no lo fuese se pierde.
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